MESA REDONDA ENTRE RÍOS - Documento Argentina

jueves, 13 de agosto de 2009

MESA REDONDA ENTRE RÍOS

(Espacio de formación, de construcción y de acción política)


DECLARACION SOBRE LA SITUACION ACTUAL


EL CAPITALISMO SALVAJE EN EL MUNDO Y LA ARGENTINA
POR UN CAMINO ALTERNATIVO PARA SUPERAR LA CRISIS

Desde Entre Ríos, una provincia periférica de un país periférico del sistema capitalista internacional, damos a conocer este llamamiento que tiene como eje fundamental la defensa de los derechos y los intereses de los pueblos, para sumar nuestro esfuerzo en la construcción de una alternativa humana y sustentable frente a los horrores generados por el modelo neoliberal.

En este sentido, luchamos por una nueva sociedad que termine con la actual fragmentación social y con la destrucción de la dignidad humana que nos plantea el neoliberalismo y su cultura política, a la vez que nos une la común aspiración de un mundo de paz, libertad, justicia social y democracia.

Compartimos la visión de que el carácter capitalista de las sociedades modernas (profundizado en su etapa actual) es el causante y responsable de la puesta en peligro de la civilización y de la cultura humana, de la crisis económica global, de las guerras, de la destrucción del medioambiente y de la increíble miseria que reina en la mayor parte del Planeta.

Estas ideas no representan un punto de llegada, sino una primera manifestación de coincidencias mínimas, una indispensable puesta en común para la ampliación y profundización del debate y la participación que proponemos. Son los trazos gruesos de un proyecto en construcción, que imaginamos y que deseamos enriquecer y compartir con otros compatriotas, organizaciones y movimientos sociales.


I) EL MUNDO - LA HEGEMONIA NEOLIBERAL, LA CRISIS DEL CAPITALISMO Y LOS PELIGROS PARA LA HUMANIDAD.

La larga etapa de expansión sostenida y generalizada que vivió el capitalismo durante la segunda posguerra llegó a su agotamiento a principios de los años ’70 del siglo XX, cuando el denominado modelo fordista-keynesiano dejaba de ser funcional a la acumulación capitalista y se hacía evidente la caída de la tasa de ganancia en las actividades productivas.

La reacción de los capitales más concentrados de los países centrales no se hizo esperar, y va a generar cambios profundos e irreversibles que inaugurarán un nuevo ciclo de crecientes desigualdades, pobreza generalizada y depredación a escala gigantesca. El modelo neoliberal entra en escena, de la mano de la globalización, la financiarización y la revolución tecnológica.
Desde entonces, la reestructuración capitalista bajo la hegemonía del capital financiero internacional con epicentro en los Estados Unidos, tendrá como objetivo central recuperar la tasa de ganancia, a partir de una fuerte ofensiva contra las conquistas de los trabajadores y contra los avances de la intervención del Estado en las economías, logrados durante ‘los 30 años gloriosos’ (1945-1975).

Esta hegemonía neoliberal lleva varias décadas, y se expresa no sólo a través de una política económico-social, sino también en una exacerbación de las características del capitalismo: una cultura y una concepción del mundo basada exclusivamente en el egoísmo individualista, en la búsqueda del lucro como objetivo supremo, en el consumismo desenfrenado, en la exhibición obscena de riquezas, en el desprecio hacia los más postergados y en la carencia total de sentido solidario frente a la explotación de los trabajadores y la indignidad social reinante.

Los impactos de los cambios desatados en busca de la ganancia perdida, van a comenzar a madurar hacia mediados de los años ’90, cuando de la mano de las nuevas tecnologías, de las políticas neoliberales y de la internacionalización de las empresas transnacionales, se va a recuperar la tasa ganancia a partir de un enorme salto en la productividad del trabajo y de un fuerte incremento en la explotación de los trabajadores. Pero va a aparecer otro problema: la escasez de mercados suficientes donde colocar una producción potencial de gran escala.

Es que el neoliberalismo, como forma actual de acumulación capitalista, ha producido una polarización de la riqueza nunca antes vista, donde el 20% más rico de la población mundial concentra el 87% de los ingresos y ha provocado un sobrante de la población -excluida y sin retorno- que se calcula entre 2.000 y 3.000 millones de personas condenadas a la indigencia y las hambrunas. Esos millones y millones de condenados de la tierra no están sólo en la periferia del capitalismo (donde sobreviven en condiciones miserables y muere la gran mayoría), sino que también han aparecido en gran escala en el corazón del sistema, consecuencia del salvajismo del capital.

No obstante esa fenomenal exclusión y los mercados agónicos generados, la sobreacumulación de capital productivo y la correspondiente sobreproducción de mercancías será acompañada con una demanda creciente, a partir de medidas artificiales que promovieron un gran aumento del gasto público y privado en los EEUU, país que hizo de locomotora de la economía global desde entonces y hasta el presente. Pero esas medidas fueron generando gigantescos desequilibrios, que se manifiestan en el déficit comercial que alcanzó los 800 mil millones de dólares anuales, y en su abultada deuda pública que lo ha transformado en el principal país deudor del mundo.

La actual crisis económica marca el fin de esta etapa colmada de desequilibrios, especulación, armamentismo, financiarización y desregulación. Es el fin también de la última burbuja generada a partir de los créditos hipotecarios y los bonos basura, que habían promovido la reactivación del mercado inmobiliario (y de la economía de la principal potencia capitalista) desde el año 2003.

La crisis de los EEUU como potencia económica y militar, se expresa una vez más en una agresividad mayor contra los pueblos, a la que se suma la irresponsable depredación ambiental: recalentamiento global, contaminación de las aguas, el aire, la tierra; destrucción de los bosques naturales y demás acciones que ponen en riesgo la existencia de vida en el Planeta.

A la profunda crisis financiera, se le suman hoy, las crisis energética y alimentaria, y una crisis ambiental y social creciente. Se agrega a ello, el conjunto de otras crisis y contradicciones políticas y sociales que afectan a diversos pueblos: las agresiones imperialistas, los genocidios, las guerras civiles, el narcotráfico, el comercio sexual, la trata de personas, que son sólo algunos de los fenómenos degradantes inherentes al capitalismo existente.

Esto es consustancial con su lógica de acumulación y expansión, caracterizada por un predominio del capital financiero especulativo sobre los capitales productivos, que se ha dado en llamar “economía de casino” y es lo que ha provocado el descalabro financiero internacional; y por una sobreproducción que no permite una nueva fase expansiva de largo plazo.

En el actual contexto de crisis, es bueno destacar que los mayores críticos al intervencionismo del Estado en la economía, ahora claman por una urgente acción pública para salvar al sistema. Las nacionalizaciones e intervenciones estatales llevadas a cabo recientemente tanto en EEUU como en Europa, tiran por tierra de forma estrepitosa el mito neoliberal de la no intervención pública en cuestiones económicas, y dejan al desnudo el verdadero carácter del Estado: salvataje al servicio del capital financiero más concentrado usando los recursos de toda la sociedad.

En síntesis, vivimos hoy no sólo una profunda crisis del sistema capitalista internacional, sino también un presente lamentable para los miles de millones de personas que no tienen cabida dentro de la reestructuración salvaje y genocida que se plantea la cúpula del poder mundial, y un grave e inminente riesgo para la propia supervivencia de la humanidad frente a la depredación de nuestro único hogar, nuestro Planeta Tierra.


II) AMERICA INDIGENA, NEGRA, MESTIZA, LATINA – DEL DOMINIO NEOLIBERAL A LA CRECIENTE RESISTENCIA DE LOS PUEBLOS.

El comienzo de este nuevo siglo trajo aparejado en los pueblos de América Latina un estado de creciente disconformismo y repudio al modelo neoliberal, por los resultados catastróficos que están a la vista.

Es por ello que en cada país renacen distintos movimientos políticos y sociales que han tomado conciencia que llegó la hora de resistir y proponer un modelo alternativo de sociedad. Surgen gobiernos de corte popular y democrático, dispuestos a generar políticas sociales activas tendientes a revertir radicalmente las consecuencias del neoliberalismo, como son los casos de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Nicaragua. También en Brasil, Uruguay, Chile, México, Perú y otros países, más allá de la conducta y las políticas de sus gobiernos, los pueblos se manifestaron masivamente contra el modelo neoliberal y por el cambio social.

No obstante los esfuerzo del gobierno de los EEUU por dividir la región, imponer su proyecto neocolonial y profundizar los patrones del libre comercio, surgen proyectos de integración autónomos y alternativos, como UNASUR.

Es de destacar la Cumbre de los Pueblos del Sur, encuentro recientemente realizado en Bahía por las organizaciones y los movimientos sociales de América Latina y el Caribe. Dicho evento se celebra en forma periódica, a partir de la Cumbre de Mar del Plata del año 2005 (oportunidad en que se repudió masivamente el intento de conformar el ALCA).

Coincidimos con el análisis que hace el último documento de la Cumbre, al expresar que en la región “en buena medida se mantienen los esquemas neoliberales y el modelo depredatorio, monoproductivo, orientado a la exportación de recursos naturales y basado en la construcción de megaproyectos dirigidos a la consolidación de este modelo, el cual produce incalculables daños a los pueblos originarios, las mujeres, las comunidades campesinas, las fuentes de agua, el medio ambiente y el desarrollo social, así como se mantiene un modelo energético no sostenible.”

Somos concientes que las actuales tendencias del capitalismo se van a profundizar, con consecuencias más graves y perversas para los pueblos, sumando formas de dominación imperial cada vez más brutales y antidemocráticas como el IIRSA, el Plan Colombia, el Plan Puebla Panamá, el Plan Mérida y la Cuarta Flota. Es por ello que insistimos en la necesidad de la unidad latinoamericana para frenar el proyecto neoliberal genocida y construir entre todos una alternativa superadora al capitalismo.


III) ARGENTINA EN LA ENCRUCIJADA – ENTRE LAS FALSAS OPCIONES DEL NEOLIBERALISMO Y LA NECESIDAD DE CONSTRUIR UNA SOCIEDAD PARA TODOS.

En consonancia con el contexto latinoamericano y mundial, en la Argentina vivimos desde mediados de los ’70 una larga etapa de regresión económica, social, política y cultural, que provocó un retroceso inédito en relación a la situación existente entonces.

Los sectores dominantes impulsaron un proyecto que arrasará con el modelo de ‘industrialización por sustitución de importaciones’, durante cuya vigencia se daba una suerte de empate hegemónico entre el bloque ‘industrialista’ y el bloque ‘tradicional’, dentro del marco histórico del capitalismo dependiente. Este proyecto dominante, que consideramos como de concentración, saqueo y genocidio, quebrará las bases de sustentación del modelo vigente y preparará las condiciones para un nuevo modelo de sociedad, acorde a la imposición del gran capital nacional y extranjero en la Argentina.

Hablar de CONCENTRACION es referirnos a un fenómeno típico del desarrollo histórico del capitalismo. Sin embargo, en el caso de la Argentina desde mediados de los ‘70, la concentración ha adquirido ribetes impensables. El ingreso, la riqueza, la propiedad de los medios de producción, los mercados, el dinero, el comercio exterior, etc, han sido captados por un reducido sector de gran poder, que alteró radicalmente la estructura económica y social. En ese lapso, la estructura económica basada en la industrialización sustitutiva se modificó profundamente.
Se reprimarizó (avanzando el peso de los sectores primarios en el total del producto), se desindustrializó (disminuyendo la incidencia de las manufacturas, en especial las de mayor complejidad y valor agregado), se concentró (en un núcleo privilegiado de grandes grupos económicos), y se extranjerizó (con un aumento significativo de las empresas transnacionales en las principales ramas de la economía). En síntesis, nuestro sistema económico se hizo más concentrado, vulnerable y dependiente.

Ese proyecto funcionó a partir de la captación, por parte de una minoría, del excedente generado por la economía argentina, vía las denominadas ‘rentas del privilegio’. No hubo un genuino proceso de acumulación capitalista basado en ganancias de mayor productividad tecnológica, sino más bien fueron ingresos logrados como contrapartida de posiciones privilegiadas, a costa de actividades rentísticas, corruptas y parasitarias. Podemos mencionar fundamentalmente a la obtención de elevadas rentas financieras, a la apropiación por cifras irrisorias de los activos públicos y al control de mercados cautivos, a la transferencia de ingresos por la brutal caída de los salarios reales, y a la captación de la renta primaria (agropecuaria, minera, petrolera, íctícola, etc).

Lo grave de este proceso aparece cuando a la profundización de la concentración, se suma un nuevo fenómeno que va a caracterizar el comportamiento de los sectores dominantes en la Argentina: el SAQUEO. Esto significa que el poder económico trasladará al exterior gran parte de las riquezas apropiadas, usando diversos mecanismos. Por un lado, la forma tradicional de salida de capitales (remesa de utilidades de las empresas extranjeras, pago de intereses y de regalías, etc), y por el otro, la masiva fuga de capitales, por parte de argentinos que llevaron sus ganancias fuera del país.

Particularmente importante fue la fuga masiva de capitales que se produjo durante el 2001, último año de la convertibilidad, donde la complicidad de la banca privada, el FMI y el entonces ministro Cavallo, posibilitaron la salida de alrededor de 30 mil millones de dólares, proceso que fue investigado por una Comisión Especial de la Cámara de Diputados de la Nación. También es significativa la cifra que surge de ese y otros trabajos, que muestran que la contrapartida del fenomenal endeudamiento externo argentino fue la fuga de divisas, que representó casi un 90 % de la deuda total. Esta fuga de capitales resurge con fuerza en los últimos dos años, cuando frente a los peligros de una nueva crisis se opta por la seguridad de las divisas (para el año 2008 se estima en 20 mil millones de dólares la pérdida por este concepto), en tanto vuelven a crecer fuerte las remesas de utilidades al exterior de las empresas extranjeras (más de U$S 2.500 millones en el 2008), y sigue en niveles exorbitantes el pago de intereses de la deuda pública.

La contracara de la concentración y el saqueo de riquezas, es el genocidio que sufre la sociedad argentina, que se inició con la feroz represión de la última dictadura militar, pero continuó por otras vías durante los años de democracia. El GENOCIDIO, según el diccionario, es el exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política, de nacionalidad o de intereses económicos. Y en la Argentina hemos asistido a un proceso de estas características, que con diversas aristas es la lógica contracara de la concentración y el saqueo de riquezas. Esto se puede sintetizar en un dato alarmante que no requiere mayores comentarios: en la Argentina mueren por año entre 20 y 30 mil personas, por causas evitables generadas por la aplicación del proyecto depredador. Y quienes sobreviven, lo hacen en su gran mayoría en un estado de deterioro brutal de sus condiciones de vida.

Particularmente perverso fue el período iniciado a principios de los ’90 con Menem (con la desregulación de los mercados, las privatizaciones y la flexibilización laboral), y el de vigencia de la convertibilidad con Cavallo, la cual nació con una debilidad congénita. Mantener el dólar artificialmente barato llevaba la semilla de la destrucción de la producción nacional, con los consiguientes déficits crónicos de la balanza comercial y de transacciones corrientes (era más fácil y conveniente importar bienes y servicios baratos). Pero esa situación sólo podía sostenerse en el tiempo, con un constante y creciente endeudamiento externo.

Se trataba, en síntesis, de un proceso que no era sustentable en el mediano plazo, ni económicamente (ya que el endeudamiento tiene límites), ni socialmente (porque generaba cada vez más desocupación, más marginalidad y más pobreza), ni ambientalmente (porque se asentaba en la depredación de los recursos naturales). Sólo que al ser aplicado en forma sostenida durante años, fue dejando graves problemas estructurales, que se harían luego muy difíciles de revertir.

La temprana aplicación de las políticas neoliberales con la última dictadura militar, que se profundizarán luego en la década de los ’90 con el menemismo, tendrán una continuidad esencial hasta la actualidad. Sólo que, al igual que en otros países de Latinoamérica, sufrirá un fuerte repudio popular a comienzos del presente siglo, con movilizaciones y luchas que no alcanzaron sin embargo para generar una alternativa real al proyecto en marcha. Hoy en Argentina, a pesar del discurso oficial supuestamente progresista y crítico hacia el neoliberalismo, siguen intactos los pilares del modelo, que impiden entre otras cosas, una real y efectiva distribución de la riqueza como vienen prometiendo todos y cada uno de los partidos políticos que se han sucedido en el gobierno. Por eso resulta una estafa y un escándalo moral que en un país que puede producir alimentos para más de 300 millones de personas, el hambre y la desnutrición afecten a 13 millones de argentinos, de los cuales 6 millones son jóvenes y niños. El crecimiento constante de la pobreza del pueblo, es la más insoslayable evidencia de la responsabilidad de estos gobiernos. Y a esto, ¡¡¡nadie lo puede negar!!!

KIRCHNERISMO, POSTCONVERTIBILIDAD Y SITUACION ACTUAL

Frente a las consecuencias de todo tipo dejadas por la dictadura militar y del largo e ininterrumpido proceso del neoliberalismo; como también de la carencia de un proyecto de emancipación real y las reiteradas frustraciones de la sociedad ante el incumplimiento de las demandas populares por parte de todos los gobiernos, el pueblo mostró una tendencia a la resistencia. Las jornadas del 2001 fueron una clara derrota de la resignación política y la principal ruptura en el discurso único del neoliberalismo en nuestro país. En esta nueva etapa de repudio social al discurso neoliberal, le toca gobernar al kirchnerismo, el que con desvergonzado cinismo utiliza el comprensible impacto y sensibilización que en la sociedad ha provocado su promocionada política de derechos humanos contra los militares genocidas, para no producir ningún cambio sustancial en el perverso modelo económico y social impuesto por la dictadura a mediados de los años ’70 y consolidado luego por el menemismo en los años ’90.

Como resultado de la aplicación del recetario neoliberal, que incluye a la gestión kirchnerista, se constata una extraordinaria transferencia de recursos del sector de los asalariados a favor del sector de los capitalistas. Contando desde la dictadura militar, pasando por el alfonsinismo, el menemismo, el delarruismo y la devaluación duhaldista del 2002, hasta el día de hoy, la pérdida de los asalariados en la participación en la Renta Nacional, pasó de un 45 % en 1974, a menos del 30 % en el 2007 (a pesar del crecimiento excepcional que tuvimos desde el 2003).

¿Qué cambió en la economía argentina en estos últimos años? Principalmente cambió la fuente de extracción del excedente y la base para el saqueo de nuestras riquezas: en lugar de asentarse principalmente en un mayor endeudamiento externo (cuyos límites quedaron en evidencia), el proyecto actual se basó en profundizar la superexplotación de los trabajadores y la sobreexplotación de nuestros recursos naturales. Ello fue posible por la devaluación del peso y la fuerte inflación desatada desde el 2002, que afectó profundamente el poder adquisitivo de los salarios y los haberes de los jubilados.

Sin embargo, hasta el año pasado la administración K aprovechó para su política interna los años de crecimiento continuado de todas las economías en América Latina (con lo que pudo disimular su esencia continuista). Esta situación particularmente ventajosa, propia del ciclo económico capitalista, no se debió –de ninguna manera- a la intervención de los nuevos administradores del Estado y sus ministros de economía. Según un informe de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) “la región por segunda vez en los últimos 25 años logra un crecimiento en todos los países, debido a la continuada expansión de la economía mundial y la liquidez de los mercados internacionales que permitieron un crecimiento en las exportaciones y la mejora en los términos de intercambio…”

Esta bonanza externa no fue utilizada por los K para invertir los excedentes financieros en “relanzar” la economía, ni para hacer un “capitalismo serio” o “un capitalismo nacional” como proclamaban y que además, es un disparate sin sustento en tiempo de la globalización imperial.

No obstante, estos recursos extraordinarios obtenidos gracias a la coyuntura internacional favorable, sirvieron para pagar intereses y amortización de la deuda pública puntualmente o anticipadamente (como al FMI), para subsidiar al gran capital nacional y extranjero, y en un futuro cercano, servirá para auxiliar al poder financiero, a sus bancos y sus industrias, o a solventar la estatización de la deuda de los privados.
Así, en el 2008, el gobierno de Cristina Kirchner pagó sólo en concepto de intereses casi 20 mil millones de pesos, cifra con la que se podría duplicar el presupuesto destinado a Educación, Salud y Desarrollo Social; y piensa pagar en el 2009 tan solo por intereses más de 25 mil millones de pesos. También destina anualmente alrededor de 35 mil millones de pesos para subsidiar a los grandes grupos empresarios, principales beneficiados de la economía argentina.

Como contrapartida de esa política de entrega, meses atrás condenó a una pobreza permanente a la gran mayoría de los jubilados argentinos (con la ley de in-movilidad previsional), y dispuso el congelamiento durante todo el 2009 de los ya disminuidos salarios de los trabajadores del Estado (según el presupuesto aprobado para este año).

¿COMO PUDO CONTINUAR ESTE PROYECTO EN DEMOCRACIA?

Finalmente, el interrogante es sobre cómo pudo concretarse este proyecto depredador, terminando con todos los avances logrados por la sociedad argentina durante décadas. Y cómo pudo mantener su rumbo, aún cuando desde 1983 tenemos la posibilidad de elegir libremente a nuestros propios gobernantes.

Está claro que fue necesario iniciar este camino de retroceso inédito, a través de una sangrienta y gigantesca represión llevada adelante por la última dictadura militar. La política implementada a partir de 1976, rompió con los principales pilares del modelo socioeconómico vigente hasta entonces: del estado paternalista, de la industrialización por sustitución de importaciones, de inclusión del grueso de la población y de la movilidad social ascendente. Y para lograr esa refundación regresiva de la sociedad, fueron necesarias la crisis y la represión.

Pero el retorno a la democracia y los más de veinticinco años de su vigencia, no alteraron la esencia del proyecto dominante. ¿Qué sucedió? ¿Falló la democracia? ¿Falló el sistema político? ¿Fallaron los dirigentes? ¿No se quiso cambiar, o no se pudo?

Con el pretexto de la imposibilidad de hacer frente a un enemigo tan poderoso y de la limitada fuerza propia, quienes detentaron el gobierno desde el retorno a la democracia justificaron con ello su traición a los intereses de quienes los votaron. Claudicaron frente a ese poder dominante, poder que se potenció con el manejo de los grandes medios de comunicación, que fueron imponiendo una visión de la realidad funcional a sus intereses, y que procura “naturalizar” el nuevo escenario de concentración de riquezas y marginalidad social.

En este contexto, la actitud de la mayoría de los dirigentes de los partidos con responsabilidad de gobierno, frente a una correlación de fuerzas desfavorable a los sectores populares, ha optado por renunciar a los proyectos de cambio social. Y el pueblo argentino, poco a poco, fue perdiendo las esperanzas y rebajando las expectativas en que la democracia y sus gobernantes le resolverán sus principales problemas. ¿Por qué se llega a esta incapacidad de los gobiernos democráticos para resolver los graves problemas de la sociedad, sean del partido que sean?

En realidad, si se considera lo que ha pasado en la Argentina en las últimas tres décadas y media (contando también el gobierno de la última dictadura), se advierte una caída sostenida y un deterioro permanente de la situación económica y social. Ese deterioro ha sido por momentos muy violento, como el fin de “la tablita” de Martínez de Hoz, la hiperinflación de Alfonsín, la larga agonía recesiva iniciada a fines del gobierno de Menem, y la explosión de la convertibilidad en el año 2002. Y si bien luego de esos episodios se produce una cierta recuperación, nunca se llega a los niveles sociales anteriores (siempre se queda peor). Así, ante cada golpe que sufre, la sociedad se va “adaptando” a peores condiciones de vida, y toma con más naturalidad esta regresión fenomenal que ha dañado a nuestro tejido económico y social, como no había sucedido nunca antes en nuestra historia.

Lo esencial de las políticas públicas no cambia, ya que son impuestas por los sectores más concentrados del poder económico, que han logrado “disciplinar” a los distintos gobiernos. Y frente a tal magnitud de poder y al peligro de ser “castigados” por los que lo manejan, gran parte de la dirigencia argentina se ha ido adaptando a estas “reglas de juego”. Esa dirigencia valoriza más ser confiable para los poderosos, aunque se desgaste frente al pueblo; que oponerse al poder y correr el riesgo de desestabilizarse. Pero no entienden que con ese comportamiento, a la corta o a la larga, siempre dejan de ser útiles al poder (porque van perdiendo legitimidad), y terminan arrojados al tacho de la basura, desestabilizados por el poder de las minorías, y repudiados por las mayorías populares (aunque con un fuerte crecimiento de su patrimonio particular –en pago por los servicios prestados-).

Dentro de esta lectura, las elecciones sirven para renovar las expectativas en el seno de la sociedad. Ante el desgaste de quienes gobiernan, la dinámica electoral tiene como marco nuevos intentos de legitimar al que oficiará de gestor de esos intereses tan poderosos (que vienen gobernando desde las sombras y sin desgastarse). Sólo que nunca no se puede asegurar hasta cuándo durará la coexistencia de un discurso lleno de falsas promesas (para mantener la gobernabilidad de los de abajo) y una política económica y social que favorece a los más concentrados (para mantener la gobernabilidad desde arriba). La ruptura de ese delicado equilibrio significará el fin de cada experiencia, y surgirán posiblemente nuevos intentos de oxigenar la democracia, pero sin afectar la marcha de fondo del proceso.

Es innegable que por la fase del ciclo económico interno en el momento de asumir Kirchner, como por las excepcionales condiciones externas favorables, ese gobierno tuvo todo a su favor. Eso le dio oxígeno para mejorar relativamente la situación social (si la comparamos con la caída al abismo que significó el año 2002) pero sin llegar a afectar en forma significativa a la estructura del poder en la Argentina. Al continuar por varios años las condiciones internas y externas favorables, había margen para continuar legitimado y sin mayores obstáculos. Pero ya en el 2007 comienza a cambiar el escenario, cambio que se irá profundizando a lo largo del año 2008, con la nueva Presidenta en ejercicio. Y la complicación de la situación está obligando a tomar decisiones que ponen en peligro ese equilibrio inestable que condiciona a los gobiernos democráticos en nuestro país. En tal caso, el panorama que se presenta es de gran incertidumbre.

En este análisis político, la cuestión democrática en la Argentina no aparece como de disputa entre los partidos tradicionales (con sus programas y banderas históricas), sino como ofertas realizadas por nuevos y viejos dirigentes políticos, dirigidas al poder económico, para demostrarle quiénes son más confiables y pueden ser más eficaces a la hora de legitimar este sistema. Esta dinámica perversa para los intereses del conjunto de la sociedad, fue posible también por la impunidad con que actúa la corrupción en nuestro país y por la abierta participación de los grupos económicos y financieros, que auspiciados y protegidos por dirigentes políticos y sindicales de todo pelaje, se incrustan en el Estado para saquearlo. Prueba de la impunidad, son los escasos juicios que por corrupción se promueven desde el poder político y la casi inexistencia de condenados. Sigue tan fuerte como antes el entrecruzamiento de intereses comunes de funcionarios, políticos y empresarios, que constituyen verdaderas mafias.

Visto desde esta perspectiva, ninguna de las grandes ofertas actuales (de proyectos que tienen su correspondencia política y electoral) significa una alternativa superadora que conduzca hacia un futuro mejor para todos. Se podría decir que venimos asistiendo a una dura disputa dentro del neoliberalismo, entre los sectores económicos y políticos que pretenden continuar con la dinámica rapaz y depredadora del saqueo (profundizando el genocidio); y los sectores que con un poco más de lucidez visualizan las enormes dificultades de mantener ese proyecto, y apuestan a un modelo concentrador y excluyente de base primario-exportadora, que se apoye en mayor producción y empleo, pero sin afectar las estructuras actuales de poder. Se requiere, por lo tanto, pensar en la construcción de una verdadera alternativa al neoliberalismo.

En este juego de coqueteo político frente al poder dominante, y de incapacidad de esta democracia para construir una sociedad para todos, es más necesario que nunca comenzar a transitar un camino diferente. Hay un requisito básico e ineludible: frenar el actual proyecto neoliberal depredador, y superar el modelo neoliberal alternativo, vestido de ropaje progresista. Ni recomposición de la derecha más reaccionaria y recalcitrante; ni dominio hegemónico de la derecha más “civilizada”. Esta disputa contra ambas variantes es esencial para crear las bases hacia una opción desde los sectores populares, con una estrategia que debe ser amplia, pluralista y participativa.

Se hace necesario terminar con la invisibilidad del poder económico dominante, principal beneficiario del saqueo a que es sometido nuestro país (que permanece oculto pero maneja el destino de los argentinos), y terminar con la impunidad del sistema partidocrático que está a su servicio, responsable de la entrega de nuestras riquezas y recursos. Poder dominante compartido, que cuenta como parte de él con los medios masivos de comunicación legitimando este modelo, para seguir en el proceso de alienación y culturización de sus propias víctimas.


IV) NUESTRO DESAFÍO – POR UN CAMINO ALTERNATIVO PARA SUPERAR LA CRISIS Y CONSTRUIR UNA NUEVA SOCIEDAD.

Los desafíos que nos propone esta realidad, parten de recuperar la voluntad de cambios profundos, de no caer en los mismos desaciertos, y de construir unidad y acción política por encima de las diferencias para el proyecto de erigir una nueva sociedad, cuya centralidad no sea la búsqueda de la máxima ganancia sino el interés de la población que vive de su trabajo. Esto implica abrir un debate de ideas, de propuestas y de acciones, que confluyan en armar un Proyecto de Transformación profunda de nuestra sociedad y que a la vez, nos hermane con los procesos antineoliberales que se dan en América Latina y el mundo entero.

Por ello se comparte la visión de quienes sostienen que una nueva sociedad no sólo es necesaria, sino también que su construcción es posible, aunque obviamente en términos de mediano y largo plazo. Pero para ello, hay que comenzar a caminar desde ahora. No existen recetas ni caminos previos delineados claramente. Sí criterios y señales que son necesarios analizar y debatir.

Debemos poner la mira no en los números de la macroeconomía, sino en la situación de la gente. No pensar en el crecimiento, sino en el desarrollo humano y sustentable. Pensar en un nuevo proyecto de sociedad, donde la economía esté su servicio, que atienda las urgencias del grueso de la población en forma prioritaria.

Una nueva sociedad: Que busque eliminar las fuentes generadoras de la pobreza y la indigencia. Que articule y organice a los excluidos. Que potencie el rol de los sectores mayoritarios. Que procure la recomposición económica de las micro, pequeñas y medianas empresas. Que posibilite ingresos dignos para todos. Que mejore en forma sustancial los servicios públicos elementales. Que promueva la educación de calidad, la investigación científica y tecnológica, articulados con el sistema productivo. Que vaya abriendo pasos para construir la sociedad del conocimiento, equitativa y solidaria.

Se viven momentos críticos y lo que se haga hoy repercutirá en el futuro. Nadie nos regalará nada, si no lo peleamos nosotros mismos. Se trata de ampliar los espacios de la participación, buscando el mayor protagonismo de la gente. Recuperar la posibilidad de soñar con un mundo mejor, para empezar a construirlo entre todos.

Consideramos que este proyecto debería contener, mínimamente, las siguientes premisas:

a.- Refundación de un Estado de nuevo tipo construido sobre las bases de la más amplia participación popular. Que incluya transformaciones en la justicia, las fuerzas armadas y de seguridad, la reforma política, etc. Que sea capaz de atender las demandas de toda la sociedad, delinear una nueva política económica nacional e internacional, que garantice los intereses de las mayorías. Todo ello en el marco de una estrategia de integración de los pueblos de la región, fortaleciendo políticas de soberanía, autonomía y priorización de los mercados internos, estrategia que permita obrar como alternativa a la salida de la crisis global del capitalismo que planifican los sectores más poderosos del mundo.
b.- Contar con un sistema educativo en todos los niveles, acorde con la sociedad y el estado de nuevo tipo propuestos, que promueva el desarrollo integral de las personas y que potencie los cambios transformadores que nos planteamos.
c.- Recuperar para el pueblo argentino los recursos naturales estratégicos y el control sobre los mismos, como el gas, el petróleo y la minería, fuentes de recursos anuales que superan los 40.000 millones de dólares, que usufructúan principalmente las empresas de capital transnacional.
d.- Volver a poner en manos de la sociedad y al servicio de todos, las empresas públicas privatizadas y concesionadas: los ferrocarriles y el transporte público marítimo y fluvial, aéreo, la industria naval y aeronáutica, las rutas y los peajes, los servicios públicos, la siderurgia, etc.
e.- Revertir el proceso de extranjerización de la economía, principalmente de la tierra, el sector financiero y bancario, la industria, el comercio y los servicios.
f.- Frente al hambre, la desnutrición, la enfermedad, la indigencia y la pobreza, establecer una emergencia alimentaria, de salud y de vivienda, real y efectiva. Además, se hace necesaria la reinserción educativa y laboral, a fin de garantizar a todos posibilidades de estudio y trabajo.
g.- En materia de derechos humanos, enfatizar en la necesidad de avanzar decididamente en el esclarecimiento y juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura militar, y avanzar hacia una construcción integral en materia de derechos humanos que incluya los derechos sociales, económicos, políticos y culturales de la sociedad.
h.- Investigación, juzgamiento y castigo ejemplar por los responsables de hechos de corrupción.
i.- Disponer la suspensión en forma inmediata del pago de los servicios de la deuda externa hasta su completa investigación y esclarecimiento en juicio, con intervención del Congreso Nacional y una amplia participación popular (partiendo de los avances logrados por la justicia por el caso Olmos).
j.- Reparación histórica, económica y cultural de los pueblos originarios, con devolución de sus tierras y demás condiciones para favorecer su propio estilo de vida.
k.- Comunicaciones: democratización de la información y de las comunicaciones en la que deberán jugar un rol protagónico los medios alternativos y los aportes realizados por periodistas y comunicadores sociales que se resumen en la Propuesta de 21 puntos para la nueva ley de radiodifusión.
l.- Dentro de estas propuestas generales, será necesario el rediseño de un nuevo modelo productivo que deberá incluir:
- un plan de industrialización integral y equilibrado,
- un plan de aprovechamiento y distribución racional de la tierra, y políticas tendientes a evitar su degradación,
- protección y defensa de nuestros recursos hídricos y acuíferos, bosques nativos;
- un plan que contenga políticas tecnológicas y científicas a fin de promover un conocimiento autónomo, al servicio del desarrollo humano y sustentable.
ll.- Deberá priorizarse nuestra integración política, económica, social y cultural con los países latinoamericanos que se van desprendiendo del neoliberalismo.
m.- Este plan deberá basarse en medidas racionales, respecto de temas tales como la extracción de materias primas y generación y consumo de energía; deberá redefinir el rol del capital extranjero y del privado nacional en función de la defensa de los intereses de la Nación.

POR UNA NUEVA SOCIEDAD.

No pretendemos representar a las personas que aún se sientan debidamente representadas por los distintos proyectos políticos tradicionales en danza. El neoliberalismo trasciende las pautas económicas y políticas partidistas y se ha transformado en una concepción de vida que ha penetrado profundamente en la sociedad argentina.

Para derrotar al modelo neoliberal pretendemos transitar un camino distinto, contrapuesto a aquella concepción de vida, protagonizado desde los trabajadores, junto a los jóvenes, los estudiantes, los campesinos pobres, con las organizaciones y movimientos sociales, territoriales y ambientales, los pueblos originarios y las organizaciones de género y defensoras de los derechos sexuales, etc.

Vayamos al encuentro de otros movimientos políticos y sociales que coinciden con propuestas como la nuestra, que aspiran a la unidad popular transformadora y construir la nueva sociedad.

Enero 2009
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